
Hacia finales del siglo pasado los valses de Strauss eran interpretados por las orquestas de los salones exclusivos de Lima, pero también formaban parte de las fiestas importantes, en donde a hurtadillas eran apreciados por los sirvientes negros, indios y mestizos.
Este aprendizaje entreverado, discontinuo y disperso, sería decisivo para la definición rítmica y musical del vals criollo, naciendo los primeros en el siglo pasado, con un nuevo estilo que se tradujo también en una nueva manera de bailar el vals, el vals criollo.