
Los pueblos que se fijaron en la costa fueron los primeros que decidieron una vida sedentaria. Y aquí se dijo una cosa muy particular, que no es común en el resto del mundo. Lo que decidió la vida sedentaria en el litoral peruano fue la actividad pesquera: porque como el mar ofrece y brinda un aprovechamiento inagotable de recursos en cualquiera de sus playas, lógicamente los hombres afincados en cualquiera de sus orillas no tenían necesidad de movilizarse de un sitio a otro para buscar alimentos, porque el mar, en un solo paraje les ofrecía, productos todo el año.
Pero fue la agricultura lo que decidió el pleno y absoluto sedentarismo de los grupos humanos. Por eso los lugares que los horticultores costeños elegían para residir permanentemente fueron las playas que estaban próximas a fuentes de agua dulce (ríos, riachuelos, puquios o manantiales), lo que les permitía ejercer la horticultura.
En la sierra, por su lado, los cazadores no siempre y forzosamente fueron nómadas. En las pampas de Junín hay evidencias de que residían en un solo lugar, de los cuales salían para cazar y después retornar cuanto antes a sus cuevas a consumir las piezas capturadas.